CRECIENDO Y APRENDIENDO
“Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora,
Que va en aumento hasta que el día es perfecto”
Proverbios
4:18
Recuerdo –no
hace mucho tiempo- cuando tenía unos 13 años de edad, que ocasionalmente me
dolían las piernas. Mi madre me decía que era normal, que me estaban creciendo
los huesos de las piernas, que el crecer era algo que tenía que suceder en mi
vida, y que el dolor indicaba que estaba vivo.
Creciendo
y Madurando
El crecimiento y la madurez son parte importante
de nuestras vidas. De la misma manera Dios desea que crezcamos y maduremos en
el conocimiento y en la gracia de Él (Leer 2 Pe. 3:17-18).
Crecimiento
Espiritual
El único alimento para que un bebé crezca sano es
la leche no adulterada. Pedro asemeja la Palabra de Dios con este tipo de leche
(Leer 1 Pe. 2:2-3). La Palabra de Dios
nos hace crecer fuertes y sanos si la guardamos en nuestro corazón.
Pero no solo es necesario el crecimiento
espiritual en nuestras vidas, sino también la madurez.
Madurez
Espiritual
La madurez es estar satisfecho, completo,
cuerdo, confiado.
No sólo se trata de saber lo que la Palabra de
Dios dice, sino de responder en obediencia a lo que El Espíritu de Dios (por Su
gracia) nos ha revelado en Su Palabra (Leer Col. 1:10, Sgo. 1:21-22).
La madurez espiritual es cómo ves, cómo te
relacionas día a día con Jesús en tu propia vida, y qué tanto le obedeces (Leer
Hebreos 5:13-14).
“No se trata de cuánto sabes de la Biblia, sino
qué tanto le obedeces”
Un comportamiento inmaduro según 2 Pedro 1:8-11
sería que fuéramos: Ociosos (sin fruto para Su gloria), sin conocimiento de Su
carácter, Su plan para nuestras vidas, ingratos, muertos (sin obras de
justicia), impacientes, poco hombre, inconstantes, mentirosos, egoístas, hostiles,
débiles -con vicios y malos hábitos- buscando nuestra propia fama.
“Un creyente maduro continúa siguiendo a Jesús,
abundando en Su obra y experimentando Su gracia y amor”
Constantemente Dios usa las pruebas, las
dificultades en las vidas de sus hijos, esencialmente con dos propósitos:
1) Para que a
través de éstas, le glorifiquemos. (Ya que ese es el propósito por el cual Él
nos creó, Su gloria. Ver Ro. 11:36).
2) Y para crecer
y madurar en nuestra relación para con Él (Leer Sgo. 1:3-4 y 1Pe.
1:6-7).
Aunque vivimos en un mundo de constantes y
rápidos cambios, el crecimiento y la madurez espiritual llevan tiempo, Dios no
ha planeado que sea instantáneo. Al nacer de nuevo, marca el principio del crecimiento
y madurez en Cristo de adentro hacia afuera. Dios nos equipa con Su
Palabra y Su Espíritu para crecer y madurar sanos y salvos.
Por lo tanto, busquemos crecer y madurar en
nuestras propias vidas, que la luz de Jesús en nosotros sea como la luz del
medio día, con todo su resplandor, siendo así el Padre glorificado (Mateo
5:16).
“Y
estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará
hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva” Filipenses 1:6 (NTV)
-Genaro Álvarez F.