Por esto te digo: si ella ha amado mucho, es que sus muchos pecados le han sido perdonados. Pero a quien poco se le perdona, poco ama.
Lucas 7:47
N.V.I.
NO HAY DIFERENCIA
La Biblia deja claro que delante de la justicia perfecta de Dios, todos los hombres son iguales y no hay diferencia entre ellos por cuanto todos pecaron. (Ro. 3:19-23) Sin embargo, podemos desarrollar "miopía" espiritual (2 Pedro 1:9) y no ver la grandeza del perdón que hemos recibido en Cristo, al punto de olvidarlo. ¿Cómo evitarlo?
CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD... NO ES COINCIDENCIA
En el episodio narrado en Lucas 7:36-50 sobre la cena de Jesús en casa de Simón el fariseo (no se confunda con Simón el leproso), se nos dice que una mujer que "era pecadora", entró al lugar con un frasco de alabastro con perfume y haciendo un extravagante despliegue de devoción y gratitud, soltó su cabello en público (algo no muy bien visto). Llorando enjugó los pies del maestro (que según el texto no habían sido lavados por la falta de hospitalidad de Simón) secándolos con sus cabellos, para terminar perfumándolos.
Jesús, sabiendo que Simón el fariseo está pensando que Jesús es un fraude, le plantea el caso de dos deudores que debían distintas cantidades y ambos fueron perdonados por el acreedor. Al terminar de contar el caso, le pregunta a Simón: ¿cuál de estos dos deudores amará más al acreedor que les perdonó? La respuesta es evidente: "aquél a quien perdonó más".
¿CÓMO SABERLO?
Jesús termina explicando el porqué de ese amor extravagante de parte de la mujer: "Por esto te digo: si ella ha amado mucho, es que sus muchos pecados le han sido perdonados. Pero a quien poco se le perdona, poco ama."
Obviamente el fariseo no es menos pecador que la mujer, pero cuando estamos enfocados en nuestra "desempeño espiritual", no sólo terminamos haciendo distinción entre los demás y nosotros, sino entre el perdón que Dios le ha dado a otros y a nosotros mismos.
¿CUÁNTO AMAS?... ¿CUÁNTO HAS SIDO PERDONADO?
El fariseo aparece por primera vez en esta escena bíblica rogando a Jesús que coma con él, y termina criticando a Jesús y despreciando a esta mujer. ¿Porqué? porque amó poco, porque menospreció el perdón de Dios para su vida. Debemos entender que el precio que fue pagado para perdonarnos es exactamente el mismo que fue pagado para perdonar a otros (o tal vez ayude más verlo al revés).
Contesta esta pregunta: ¿Cuánto fue pagado para que TUS pecados fueran perdonados?. Entonces recuerda siempre, que la magnitud del perdón de Dios no es proporcional a la cantidad o gravedad de tus pecados (pues la paga de todos es muerte), sino en proporción al precio pagado para perdonarlos: toda la sangre de Jesús. Créeme, si vives recordando esto, el resultado es que amarás mucho a Aquél que pagó demasiado para que fueras perdonado.
-C. Lenin
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