agosto 03, 2011

Proverbios 14:18 "Creciendo y Aprendiendo"


CRECIENDO Y APRENDIENDO
“Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, 
Que va en aumento hasta que el día es perfecto”

Proverbios 4:18
Recuerdo –no hace mucho tiempo- cuando tenía unos 13 años de edad, que ocasionalmente me dolían las piernas. Mi madre me decía que era normal, que me estaban creciendo los huesos de las piernas, que el crecer era algo que tenía que suceder en mi vida, y que el dolor indicaba que estaba vivo.

Creciendo y Madurando
El crecimiento y la madurez son parte importante de nuestras vidas. De la misma manera Dios desea que crezcamos y maduremos en el conocimiento y en la gracia de Él (Leer 2 Pe. 3:17-18).

Crecimiento Espiritual
El único alimento para que un bebé crezca sano es la leche no adulterada. Pedro asemeja la Palabra de Dios con este tipo de leche  (Leer 1 Pe. 2:2-3). La Palabra de Dios nos hace crecer fuertes y sanos si la guardamos en nuestro corazón.
Pero no solo es necesario el crecimiento espiritual en nuestras vidas, sino también la madurez.

Madurez Espiritual
La madurez es estar satisfecho, completo, cuerdo, confiado.
No sólo se trata de saber lo que la Palabra de Dios dice, sino de responder en obediencia a lo que El Espíritu de Dios (por Su gracia) nos ha revelado en Su Palabra (Leer Col. 1:10, Sgo. 1:21-22).
La madurez espiritual es cómo ves, cómo te relacionas día a día con Jesús en tu propia vida, y qué tanto le obedeces (Leer Hebreos 5:13-14).

“No se trata de cuánto sabes de la Biblia, sino qué tanto le obedeces”

Un comportamiento inmaduro según 2 Pedro 1:8-11 sería que fuéramos: Ociosos (sin fruto para Su gloria), sin conocimiento de Su carácter, Su plan para nuestras vidas, ingratos, muertos (sin obras de justicia), impacientes, poco hombre, inconstantes, mentirosos, egoístas, hostiles, débiles -con vicios y malos hábitos- buscando nuestra propia fama.   

“Un creyente maduro continúa siguiendo a Jesús, abundando en Su obra y experimentando Su gracia y amor”

Constantemente Dios usa las pruebas, las dificultades en las vidas de sus hijos, esencialmente con dos propósitos:
1)   Para que a través de éstas, le glorifiquemos. (Ya que ese es el propósito por el cual Él nos creó, Su gloria. Ver Ro. 11:36).

2)   Y para crecer y madurar en nuestra relación para con Él (Leer Sgo. 1:3-4 y 1Pe. 1:6-7).

Aunque vivimos en un mundo de constantes y rápidos cambios, el crecimiento y la madurez espiritual llevan tiempo, Dios no ha planeado que sea instantáneo. Al nacer de nuevo, marca el principio del crecimiento y madurez en Cristo de adentro hacia afuera. Dios nos equipa con Su Palabra y Su Espíritu para crecer y madurar sanos y salvos.
Por lo tanto, busquemos crecer y madurar en nuestras propias vidas, que la luz de Jesús en nosotros sea como la luz del medio día, con todo su resplandor, siendo así el Padre glorificado (Mateo 5:16).

“Y estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva” Filipenses 1:6 (NTV)

-Genaro Álvarez F.